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Sexo telefónico, una práctica sexual muy popular. Cada vez más vivimos en una sociedad que nos aboca a la soledad, lo que hace que muchas parejas deban pasar muchos días separados.
Esto ha favorecido que en los últimos años surja una nueva tendencia en la práctica del sexo: el telefónico. Este éxito ha hecho que también sea una nueva vía de negocio.
Elsexotelefónico a nivel profesional cuenta con la ventaja del
poder de la imaginación. Sin caras, ni espacios – y solo con el apoyo de
la voz y de algunos ruidos – el pensamiento vuela y los deseos más calientes se multiplican. ¡No hay límites en este tipo de sexo!
Precisamente la falta de límites en el sexo telefónico lleva aparejado otro de sus
aspectos positivos: el canalizar los tabús acerca de muchos aspectos delsexoque pueden tener muchas personas, gracias a su contexto anónimo.
Elsexotelefónico no tiene nada que ver con el concepto de porno, ya que en éste se juega con el aspecto visual del cuerpo de las personas. En cambio, en el teléfono la imaginación crea al otro, con todos los alicientes eróticos que nos apetecen.
Podemos decir que la libertad es otro de los alicientes que ofrece elsexotelefónico. En las líneas calientes podemos ser nosotros mismos y hablar de nuestras fantasías sin tener
que vernos sometidos a las miradas inquisidoras de los demás. Nadie nos rechazará por decir por teléfono lo que nos gusta en el sexo.
En el fondo la popularidad delsexotelefónico obedece a la doble moral imperante en nuestra sociedad. A consecuencia de ella en sexualidad, como afirman algunos expertos, ‘existe un escaparate y una trastienda’. Es decir, las relaciones socialmente admitidas que no dudamos en exteriorizar y las fantasías más íntimas que solo podemos canalizar de manera más ‘privada’
Lucía cobijada en la comodidad de su casa se encontraba en su estudio en penumbras mientras su atención se volcaba a la pantalla de la computadora. En la casa había una persona más, su pareja, pero este permanecía ocupado en otras tareas mientras ella trabajaba en la PC.
Lucía conoció a Marcelo, cuyo nombre en realidad es Gustavo chateando. Las primeras charlas fueron sobre cosas generales, se contaban sus vidas, de sus parejas, de sus venturas y desventuras que hacían, su relación sentimental.
Él era casado con dos niños de los que a Lucía le encantaba escuchar. Lucía vivía en pareja desde hacía casi un año. Sus charlas se extendieron un tiempo cuando Marcelo estaba en su trabajo en un diario y Lucía se conectaba de un cyber café.
Alguna vez llegaron a chatear cuando ella se encontraba en su casa y entonces las charlas discurrían por numerosos temas amparados en aquella casi semi intimidad que había entre los dos.
A veces las charlas con Marcelo se elevaban de tono, él usaba un lenguaje provocador, hacía preguntas incisivas y no puedo negar que la excitaba mucho. Era muy difícil contenerse de poner caras o hacer gestos sobre lo que él escribía.
En un momento preciso la pareja de Lucía salió y ella no se contuvo de comentárselo a Marcelo. Entonces la charla cambió un poco de rumbo, es decir tomó el rumbo que solía tomar, una conversación muy erótica y atrevida.
No podía evitar lo que ese hombre le causaba, le encantaba las sensaciones que producía en todo su cuerpo y disfrutaba cada palabra. Fue entonces que Marcelo le preguntó si podía llamarme al celular.
Nunca antes habían charlado por teléfono mientras Lucía estaba en su casa y menos él en la suya.
Comenzaron a charlar y por supuesto ella comenzó a respirar más fuerte sintiendo como el aire entibiaba sus mucosas, como una profunda excitación quemaba su pecho.
Él le preguntaba como ella estaba vestida y comenzó a decirle que deseaba acariciarla y hacerle el amor.
Le relataba las caricias que le haría si la complicidad del tiempo y el espacio les permitiera estar juntos. Lucía se excitaba mucho, sentía como su vagina se humedecía, como sus pezones se endurecían y empujaban la ropa.
Empezó a deslizar sus dedos por sobre su ropa interior lentamente acariciando suavemente, sintiendo la humedad que brotaba de ella.
Entonces sin prisa deslizó sus dedos por debajo y empezó a rozar el clítoris moviendo sus dedos de manera circular, presionando sintiendo que la excitación aumentaba más y más. La respiración se entrecortaba, pero lo que estremeció su corazón fue el ruido de la llave en la puerta, su pareja había vuelto.
Era imposible cortar esa charla, pero más imposible era negar que algo sucedía, ya que su rostro era un poema. Se esforzó por disimular y se fue a hablar a otra habitación.
Por supuesto que la pareja de Lucía preguntó quien era, a lo que contestó que era una amiga, telefónica y sólo fue el principio de una larga historia con Marcelo.