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Edad:
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Color de Cabello:
Negro
Peso:
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Teléfono:
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Lundi 1 avril 1 01 /04 /Avr 16:56

Soy Nora y me encanta El chateo. El tema era la soledad en que estaba, a pesar de tener marido. Hablaba francamente con conocía

Hasta que conocí al drdemasajes el

Me acercaba a temas límites. Como cuando le mencionaba mi insatisfacción sexual. Que cada vez tenía menos sexo, con mi pareja. Luis me inducía a que me relajara, que jugara con mi cuerpo, que me masturbara. le decía que ya lo hacía desde los 15 años. ¿Cómo?, Le preguntaba. – Bueno, de varias formas. Algunas veces, me pongo un cojín entre las piernas, en otras, juego con objetos sobre mi clítoris, me tiro los pezones a más no poder. También, me divierto en la ducha, con mis dedos y el jabón, penetrándome. Son muchas maneras… ¿Cuál te gustó más? -Todas las anteriores-, le respondo, mientras nos reímos a carcajadas.

 

En un email, me preguntó, si yo me pajeaba. Le dije que sí, pero los detalles se los contaba en vivo y en directo.

De eso no pasó mucho tiempo, le pregunte varias veces. Luis relátame: tus fantasías eróticas, sin límites, sexo prohibido, con personas prohibidas, con imágenes que llegan a mi mente de recuerdos, pero las más excitantes son aquellas de cosas que quiero hacer y no he hecho. De toquetear a las enfermeras del hospital. De pedirle a mi secretaria que se saque sus bragas y que se comience a tocar su coñito en la esquina de mi consultorio, acercarme a su escritorio y que me abra la cremallera, saque mi verga y vea mi glande mojado, que lo comience a chupar, a saborear, que raspe sus dientes en mis testículos y sus ojos se llenen de deseo.

Me excito pensando en una mujer madura con varios hombres manoseándola. Esas imágenes hacen que mi pene quede muy erecto, que presione por salir de su atadura, de su camisa de fuerza y empiezo a tocarlo, a escuchar el ruido de su envoltura sobre su rojo y brillante glande. A veces me lo aprieto, lo desvío, lo muevo con fuerza, con quejidos, cierro los ojos… mmmmmm… ahhhh… pienso en ti!!!… luego me controlo, espero un rato y veo como sale el preseminal, como las gotas de ese líquido comienzan a lubricar más, mi pene y mi mano.

Siento los latidos de mi miembro, pensando en penetrar alguna boca, un culito o una rosada vagina y comienzo nuevamente a moverlo, a masajearlo cada vez con mayor fuerza, más desordenado, menos acompasado, abro mi boca para expresar mi calentura, muevo mi pelvis buscando el cuerpo caliente de una mujer y no lo encuentro, hasta que emerge como un volcán todo mi semen, tibio y caliente, espeso y vivo, que cae sobre mi vientre hasta la última gota, que comienza a recorrer las sábanas mientras me retuerzo en él y disfruto de mi propio líquido, deseando buscar con ansias un momento de mis sueños puramente sexuales, con quien este más cercana”.

Cuando termino de contarle, la miré y su rostro era otro… estaba sonrojado, con los labios semiabiertos, los ojos semicerrados, sus manos entre sus piernas… y en silencio… absoluto silencio. Le pregunto: – ¿Te ha gustado?-. Me dice: -luis, ¿piensas en mí? Sonrió y abrió los ojos en un gesto de admiración y sorpresa. – Eso lo dejo a tu imaginación -, le dije.

Continuaron con mayor frecuencia mis chateos de fin de semana o en las tardes, nos  mostrábamos por webcams en short recortado que dejaban asomar mis cachetes encantadores. Eso me mantenía a mil. Todos esos días de fin de semana, en que ya cada vez salía menos con mi esposo por quedarme chateando con luis, conversábamos, nos buscábamos, nos mirábamos, pero sobre todo, nos acercábamos, tocando nuestras manos, brazos, cuerpos, con roces suaves, calientes, ricos. Eran toqueteos tenues, pero eléctricos. Ella miraba con un dejo de cariño, cada vez más, a veces hasta con angustia.

Hasta que ocurrió lo inevitable esta semana santa mejor dicho semana sangana de pecado de la carne. Quede en ir a un motel con Luis tenía que ser muy audaz para que mi esposo no se diera cuenta de mi infidelidad alquile un carro así nadie sospecharía fui a buscar a Luis a su consultorio con una peluca Luis al verme me dijo no te conocía morena Me comenta algo que me lleno de emoción. El mundo para mí, eres tu tu trozo de ricura, entre tu muslos mientras palpaba, mis glúteos y mis piernas.

Luis sintió mi olor exquisito, indescriptible, hormonal, de hembra en celo. Con cada movimiento que hacía, me apretaba mas mi cintura cada vez más y pude apreciar al menos la sombra de los pelitos de mi sexo. Ya no aguanté más. Luis vamos para que me depiles como tú lo haces rico al chocolate después me tomas unas fotos de recuerdo eso fue muy excitante ya desnuda

Luis se Acercó su boca a mis piernas, a la altura de mis muslos y comenzo a besarlos. seguía besando e inicié unos mordisqueos al inicio de sus nalgas. La tomé de la cintura Nos miramos a los ojos y sin más, comenzamos a besarnos tímidamente, como probando nuestros labios, luego fue más intenso, enredando nuestras lenguas, sintiendo nuestro aliento expelido por una cada vez, una más agitada respiración, la abracé, la traje hacia mí, la apreté, quería que sintiera mi arma, mi herramienta, lo duro que ya estaba, y que le quedaba a altura de su abdomen.

Empecé a palpar su espalda, a levantarle su menudo cuerpo, me doblé levemente para comenzar a gozar de sus tetas, sus pezones, esas dos cosas ricas que hacían descontrolar mi cuerpo, pues ya la estaba empujando con mucha fuerza sobre el mueble de la cocina. Sentí sus quejidos, mientras le metia dedos en su clítoris y sentía su coño depilado. Tomé su mano y la  puse sobre mi miembro. Sin más, me empezó a pajear. -¿Te gusta?, es todo tuyo, ¡quiero que te lo comas!-, le dije.

Ella continuó pajeándome, mientras lo miraba con toda la calentura de su rostro, que jamás imaginé. -Estamos locos-, me dijo. Se sentó en el mueble de la cocina, aquí esta tu coñito, mientras separaba su pierna derecha y ponía su pie sobre ese piso enclenque. Sin más, besé sus muslos, no tengo descripción para ese olor a sexo puro, fuerte olor, exquisito de sus jugos. Pero oler no me bastó, pues como un animal mordí sus labios: ¡¡¡AYYY!!!

Cálmate, loco… por favor… ¡chúpame.fuerrrrte!. Metí mi nariz, hasta que no pude más y unas primeras succiones a su clítoris que no me costó nada encontrarlo. Ahí estaba, durito, mojado, rosado y disponible. No sabía a esa altura si era el olor, el sabor o lo que estaba viendo lo que me tenía transformado en un animal. Pero tenía unas ganas locas de apretarla, metérselo sin importar si ella estuviese preparada. Era una excitación acumulada de años.Mientras tocabamos, ella, mi verga y yo, su trasero. Corrió a la cama, hundió su cabeza en la almohada, levantó su culo y me dijo: Ahora, te lo ruego, métemelo. -Todavía no, amor -. Acto seguido, metí mi lengua en ese culo y vagina de vicio. Le pasé la lengua por su ano, mientras con mis manos separaba sus cachetes, Recorrí con mi lengua desde sus muslos hasta su ano, varias veces, sentía sus jugos vaginales en mi mejilla, su olor era un perfume de sexo. Sus quejidos eran intensos, los míos también. Se movía de lado a lado.

-¿Dónde aprendiste a hacer eso?-. No contesté, y seguí en mi faena, claro que me ayudé con dos de mis dedos, quería por momentos hasta que le doliera. Uno se lo metí en su vagina, el otro, se encargó de su ano. Ahggg!!! Exclamaba, con su cara perdida entre sus dos almohadones y su culo cada vez más expuesto, más mojado. Seguí con un mete-saca con mis dedos, mientras con mi otra mano busqué tomar una de sus pechugas, que ya se movían locas al compás de ese vaivén de entrega. Juro que si en ese momento, entraba mi esposa, no habría cambiado un ápice mi concentración y calentura con  Ella era el sentido de mi vida. Hasta que sentí el primer momento de su orgasmo, acompañado de quejidos y gritos cortos Ah… Ah… Ah… así…

Sin esperar, recogí con mi boca y mis manos, la mayor cantidad de sus jugos y se los llevé a sus labios, a sus tetas, la besé mientras le metía las manos en el pelo, estirándoselo con fuerza.

Intentamos un breve reposo, pero mi verga pedía su cuerpo. Le hice caricias suaves en sus pezones, mientras nos besábamos con mucha ternura y con una mirada cómplice de esta gran atracción pecaminosa, desordenada, culpable pero inevitable. Seguí masajeando sus nalgas, abriéndolas, buscando el hueso de su cadera con firmeza. Mordí su cuello.

Me puse de pie, la contemplé y acerqué mi pene a sus tetas extraordinarias y mi glande se posicionó en sus pezones, en su cuello, mientras me pajeaba y lo dirigía bruscamente a su pecho, hasta que lo atrapó en su boca y fue el inicio de frases entrecortadas por que estaba con mi verga en su juego fálico: -Cada vez que te miraba el paquete, pensaba en chuparte como ahora-. -Me gusta tu pene, no dejé de pensar en él, desde que te lo ví en el bañolas fotos que me enviavas-.

Estuvo saboreando su golosina un buen rato, alternaba sus succiones con pequeños mordiscos en mis testículos. -Sigue así, así me gusta, mmmhhhhh, que bien lo haces… hasta el fondo… métetelo… quiero eyacular en tu cara. Hubo momentos en que creí que explotaba, pero hábilmente se dio cuenta y se levantó. Quiero montarte, me dijo. Se inició una carrera loca de lujuria, ella arriba, con sus tetas moviéndose y su pelo sobre su cara, sus ojos estaban blancos, me apretaba los hombros hasta provocarme dolor, era un sube y baja violento, se tiraba los pezones y luego los acariciaba sin bajar el ritmo de su galope.

¡¡Qué pija… qué verga… está muy adentro… ahhhh… ahhhh…

 

¡¡Te gusta, nora, ¿¿Estás caliente como yo??!!

¡¡Siiií, toda caliente… quiero tu semen en todo mi cuerpo!!… ayyy.

En ese momento, su cabeza comenzó a moverla de lado a lado, su pelo se movía como en un baile de rock y terminó con quejidos guturales, su cabeza hacia atrás y cayendo sobre mí, con su cuerpo mojado de sudor de hembra caliente, su respiración espásmica, casi asmática y su dedo metido en su boca.

Luego de unos segundos, inicié nuevas caricias, eligiendo nuevamente sus pechugas y su espalda, su cuello y besos apasionados. Me levanté y le dije que observara. Me puse de rodillas sobre ella, acerqué mi pene a su pecho y comencé a masturbarme, a lo que ella respondió sacando mi mano y reemplazándola por la de ella. No me dio tregua, fue tan extremadamente bueno, que mi verga se hinchó como nunca, especialmente con sus ricos lengüetazos y su mirada de entrega. Sentí un escalofrío en mi espalda: -Ya viene… y es para tí… todo para tí -.

No pude más, mi semen saltó, caliente, espeso, con olor a hormonas sobre su rostro, su pelo, su cuello y sus tetas y sobre los mismos jadeos, usamos nuestras manos y nuestras bocas para compartir la leche de esta relación clandestina y sexual que aún perdura.

Aquí les dejos las fotos

Con cariño nora

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Par Dr luis miguel Hernandez - Publié dans : sexualidad
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