Esa verga inmensa, dura, pulsátil, palpitante que golpeaba mis nalgas y se insinuaba entre ellas, acercándose, acechando mi culo apretado pero ansioso de recibirla; esa verga que ya me había hecho gozar otras veces en el tiempo ya lejano de mi juventud; esa verga que ahora regresaba a sus dominios, que nunca perdió. Algunas veces invadidos, pero nunca perdidos, esos dominios ansiosos siempre de su calor, de su leche tibia que derramaba a caudales, leche rica que yo gozaba, disfrutaba, paladeaba; leche que me alimentó por mis dos vías, que me inundó desde la boca hasta el culo, ese mismo culo que ahora la esperaba recibir una vez más después de tanto tiempo. Verga siempre añorada, verga que ninguna otra pudo llenar ese espacio que siempre fue de ella, que solo ella ha llenado en forma cabal.

Ah, Luis, al fin regresas a tu hogar, a tu reino, del que te fuiste dejando un gran vacío que nunca nadie llenó, que literalmente nadie llenó. Tu enorme verga siempre me hizo despreciar a los supuestos campeones que se me presentaron, todos con un juguete despreciable, comparado con tu cetro que yo gustosamente acaricié y cuantas veces besé, chupé, mamé, jugué y me acomodé entre mis piernas. Estas piernas que hoy se vuelven a abrir para su único dueño: Tú mi Amor, tú mi Rey, tú mi jinete, tú mi padrote, tú mi ensanchador, tú mi verdadero amo.

No te engañé, pues si algunas veces estuve con otros, tú estabas siempre en mi pensamiento, tú eras al que se la mamaba, al que le chupaba sus huevos, al que lengüeteaba su culo, el que me ataba a los postes de la cama, el que me golpeaba las nalgas con la correa que aun cuelga del clavo junto al altar del amor que es mi cama, el que después de golpearme hasta sangrar, me lamía delicadamente las heridas y restañaba los hilos de sangre que corrían hasta mi culo y que golosamente succionabas y aún hendías tu lengua en esa caverna tibia que tanto te gustaba, y que hoy le vas a volver a encontrar el gusto, ese gusto que te enardecía y ya incontrolable, atacabas, herías, masacrabas con ese miembro inmenso que nadie más que yo te ha resistido, ese gigantesco instrumento de tortura y de placer que me sangraba cada vez que lo recibía, que me hacía llorar al entrar en mi cuerpo.

Si Luis, jamás te engañé, siempre te esperé, siempre soñé contigo, con tu báculo en el que me apoyaba para sentirme plena, sentirme la mujer que siempre fui para ti.Y mira: ahora estamos otra vez juntos, algo más viejos tal vez, pero con los ímpetus de nuestra juventud. Ahora solo queda amarnos, recuperar esos años perdidos, recordar esos momentos de pasión y tratar de recrearlos, para re-crearnos a nosotros mismos.

Así mi amor, así, suavemente pasea tu suave y grueso glande entre mis nalgas, déjame sentir el cálido líquido que fluye gota a gota de ese pequeño orificio, déjalo que chorreé en/sobre mis nalgas, que se humedezcan, que queden pegajosas, déjalo que se vierta en mi culo para prepararlo para la deliciosa invasión que se avecina, esa invasión que estoy segura, me dolerá, me hará llorar, me hará gritar como siempre lo hizo, pero que al final me hará desearla más y más.

¡Ricardo, mi amor, mi único verdadero amor!, amante mío que te fuiste un día dejándome lleno de recuerdos, de gratos y tristes recuerdos, porque contigo hubo de todo: caricias, besos, golpes, amor, odio, perversión, pasión, sobre todo pasión. ¡Cómo olvidar tus celos!, celos siempre infundados, que jamás te provoqué con dolo, celos que tu imaginación siempre buscaban justificación; celos que sirvieron para reafirmar nuestro amor, nuestra pasión. Al fin regresas, al fin volveremos a ser uno para el otro, a amarnos salvaje, violentamente. A disfrutarnos, a que me empales en esa estaca dulce, rica, amada, añorada. Ese báculo que me sostuvo, en el que apoyé mi deseo de sentirme amada, que me recompensó del dolor que me ocasionaba al penetrar en mi cuerpo. ¡luis! No me cansó de pronunciar tu nombre, de soñar contigo, soñar con tu verga; esa verga amada tantas veces.

Y ahora… estas aquí, tu mi Rey, tu Emperador de mi sexo, tú mi amante, mi tormento, dulce tormento.

Aquí me tienes, dispuesta a complacer tu más mínimo deseo, tu capricho más inverosímil. A ser como siempre lo he sido: tu esclava; tu sirvienta; tu objeto; tu perra fiel. Ya lo sabes: puedes hacer de mí lo que quieras, hasta arrancarme la vida, pues yo soy toda tuya, totalmente tuya.
¡Cómo olvidar esas noches de pasión!, esas noches llenas de locura, llenas de pasión, de dolor, de placer, de sexo; pero sobre todo, de amor.

luis, mi luis. Vuelve a amarme, vuelve a destrozar mi culo que de seguro ya se desacostumbró a tus tamaños. Va a ser como otra desfloración, un volver al pasado. Sentir, sentirte, olerte, saborearte de nuevo ¡Que más puedo desear!. Tantos años recordando, añorando. Y ahora…

Recuperar el tiempo perdido, el tiempo que dejaste de ahogar mis nalgas y mi culo y mi boca con tu delicioso néctar. El tiempo que dejaste de macerar mi cuerpo con tus manos, de espolear mi espalda con tus pies, de llenar mi culo con tu divina y cruel verga. Sentir ese instrumento de tortura/placer que tan bien sabes usar. Sentir otra vez el dulce dolor de la penetración como tú la haces: violenta y salvajemente, ¿De qué otra forma podría ser?, si lenta: no la soportaría. Si suave: me mataría. Mejor así: como estamos acostumbrados: toda de un solo envión, toda hasta el tope; sin dar oportunidad de arrepentirse. Llorar ya que profundizó a todo. Llorar porque se retira. Después… Gozar. Sentir su inmenso tamaño. Sentir centímetro a centímetro su longitud. Sentir cada vena que surca su grueso tallo. Sentir su grosor cómo dilata mis membranas. Sentir esos enormes globos golpear mis entresijos.

¡Oh no! Ya no puedo más. Ya te necesito aquí. Me derramo sólo de imaginar todo lo que vamos a hacer.

luis, mi amor. Ya hazme tuya otra vez. Imagina que es la primera. Tómame, viólame, cógeme, mátame de sexo, inúndame de semen. Destroza este culo que siempre ha sido tuyo. Déjame sentir esa verga que siempre ha sido mía. Esa verga soñada, esa verga matadora, esa verga que es La Vergatuya dame tus ricos masajes el que mas me gusta el cleopatra echame toda tu leche en mi cara