Me anime a probar el sexo oral con chocolate
sobre la mesa de la cocina que estaba detrás de mí, y me bajaste un tirante
del vestido, mientras me besabas en el cuello; otro beso en el cuello, y otro
tirante bajado. El vestido cayó al suelo y me quedé sólo con las bragas, muy
despacio empezaste a descender por mi cuello beso a beso hasta alcanzar mis
senos, mojaste tus dedos en tu copa de cava y marcaste un circulo alrededor de
mis pezones que se erizaron ante aquella agradable caricia. Luego con la lengua
borraste el circulo marcado lamiendo el cava, aquello me excitó y sentí como mi
sexo se humedecía, la comida afrodisiaca había echo su efecto. Continuaste el
camino hacía abajo, besando mi tórax, descendiendo hasta mi vientre y de nuevo,
volviste a mojar tus dedos en el vino, marcaste un circulo alrededor de mi
ombligo y con la lengua los borraste lamiendo el frío liquido. Suspiré excitada
y me dejé llevar por las sensaciones. Me hiciste tumbar sobre la mesa de la
cocina, y cogiendo las bragas por la goma empezaste a quitármelas con lentitud,
bajándolas por mis piernas tan despacio que el camino se me hizo interminable.
Te las guardaste en el bolsillo del pantalón, cogiste la copa de vino y echaste
un poco del frío líquido en mi ombligo. Al sentirlo suspiré excitada y sentí tu
boca alrededor de mi ombligo bebiendo. Echaste un nuevo sorbo y volviste a
sorberlo. Otro sorbo más, está vez se escaparon unas gotas descendiendo hacía mi
sexo, produciéndome una agradable sensación. Sorbiste el jugo y luego con la
lengua reseguiste la gota que había resbalado hasta llegar a mi sexo. Sentí tu
lengua rozar mi clítoris, y me estremecí. Te arrodillaste entre mis piernas y
dejaste que apoyara las piernas sobre tus hombros. Echaste un nuevo sorbo de
cava sobre mi pubis y descendió hasta mi clítoris, su frescor me excitó, tenía
fuego entre las piernas pero el húmedo líquido no lo iba a apagar. Acercaste tu
boca a mi clítoris y lamiste el jugo, gemí excitada y continuaste lamiendo mi
clítoris, lo mordisqueaste y lo chupaste. Empecé a estremecerme, mientras tú
lamías y mimabas mi clítoris. Seguiste hasta mis labios mayores, y los lamiste,
luego lamiste mis labios menores y sentí como tu lengua húmeda se introducía en
mi vagina, lo que me produjo un nuevo espasmo de placer. Tu lengua comenzó a
moverse como un pequeño pene, dentro y fuera, fuera y dentro, produciéndome
oleadas de placer, llenando mi sexo de esa maravillosa sensación que poco a poco
se esparce por mi cuerpo, de ese calor que sólo tú sabes calmar. Estaba a punto
de correrme, cuando te detuviste, te pusiste en pie, acercaste tu boca a la mía
y te abracé, nos besamos y abrazados nos incorporamos. Seguimos besándonos,
jugueteando con nuestras lenguas, chupeteé tus labios, los mordí, me vuelven
loca, lo confieso.descendí entonces hacía tu sexo frente al que me arrodillé,te desabroché el cinturón del pantalón, luego el
botón, la cremallera y te quité los pantalones. Tiré de los calzoncillos y también te los quité. Tu pene
se
mostró altivo y erecto frente a mi cara, lo cogí por la base y lamí el glande,
te miré a los ojos y tu también me miraste. Había una copa de mousse sobre el
mármol así que me levanté y la cogí acercándola, introduje dos dedos en ella
extrayendo un poco, que unté sobre tu pene por completo, embadurnándolo todo.
Acerqué mi boca a tu verga y empecé a chuparla, lamiendo la mousse de chocolate,
sabía deliciosamente sobre aquel original recipiente, así que lamí con esmero de
arriba abajo y de abajo arriba, sin dejar un solo centímetro sin lamer. Era
delicioso. Cuando terminé cogí otro poco de mousse y repetí la operación
embadurnando de nuevo el erecto miembro, y de nuevo procedí a lamerlo milímetro
a milímetro, sin dejar rastro del sabroso manjar. Te miré y vi la expresión de
placer dibujada en tu cara, te estaba gustando. Confieso que me sentí más mala
que nunca, pero me encanta verte disfrutar y sobre todo me encanta hacerte
disfrutar. Saqué tu sexo de mi boca y me miraste, me puse en pie, te abracé y te
susurré al oído:quiero sentirte.Volvimos a besarnos apasionadamente. Subí mi pierna derecha hasta tu cintura, me tenías abrazada para que no cayera, sentí tu sexo en las
puertas de mi vagina, lo rozaste suavemente haciéndome gemir una vez más. Estaba
deseosa de sentirte dentro, pero tu decidiste alargar la tortura. Nos besamos,
sentí tus dedos acariciando mi sexo, introdujiste uno que resbaló suavemente
gracias a la humedad, luego introdujiste otro, los moviste en sentido rotatorio
hacía un lado y hacía otro. Yo con mi mano busqué tu sexo, lo acaricié y
mirándote a los ojos te supliqué:Venga, cariño.Pero decidiste ser malo conmigo, y confieso que me encanta que lo seas. Acariciaste mi seno con delicadeza, mientras dejabas que tu pene
descansara a la entrada de mi sexo. Te deseaba tanto, pero dejaba que me
torturaras, porque me encanta. Entonces, sentí tu sexo pujando por penetrarme,
sentí como introducías el glande, pero sólo fue un momento, antes de que pudiera
empezar a gemir de placer, lo sacaste.
- ¡Qué canalla eres! – te dije mirándote a los ojos,
acercaste tus labios a los míos y me besaste, introdujiste tu lengua en mi boca
y lamiste todos mis dientes. Yo me sentía a cien, el fuego ardía cada vez más
fuerte en mi interior.
Otra vez, me hiciste el mismo juego, introdujiste el
glande
apenas unos segundos y los sacaste, yo me impacientaba. Con mi pierna te rodee
por el culo, volviste a introducir tu glande y yo te apreté, para que esta vez
no lo sacaras. Comprendiste lo que deseaba y empezaste el vaivén, despacio y con
calma, haciendo que tu sexo entrara y saliera de mí lentamente. Enseguida empecé
a sentir esa sensación de placer que sólo tú me sabes provocar, un cosquilleo
maravilloso, que llena todo mi cuerpo, y me llena de ti. Te sentí en todos los
poros de mi piel y sentí como mi cuerpo bailaba con el tuyo este baile de
placer. Nos besamos, nos abrazamos, nos sentimos. Sentí tu sexo entrando y
saliendo, hinchándose de placer dentro de mí. Pero repentinamente lo sacaste.
¿Qué haces?.
Espera – me cogiste en brazos y me llevaste hasta la
habitación.
Me echaste sobre la cama con cuidado, te quitaste la camisa
que aún llevabas puesta, mientras yo me acostaba, luego te acercaste a mí y
empezaste a besar mi cuerpo muy despacio, primero un pie y luego el otro,
ascendiendo por mi espinilla hasta la rodilla e hiciste lo mismo con la otra
pierna. Suspiré sintiendo tus besos sobre mi piel que se erizaba con cada uno de
ellos. Seguiste ascendiendo desde mi rodilla, por mi muslo beso a beso, hasta
alcanzar la ingle, repetiste la operación con la otra pierna, mi cuerpo se tensó
de deseo. Esquivaste mi sexo y continuaste tu camino ascendente por mi vientre,
hasta alcanzar mis senos que lamiste y chupaste a tu antojo. Te detuviste largo
rato a chupetear y morder mis tetillas, arrancando gemidos de placer de mi
garganta, haciendo que me estremeciera de placer al sentir tu lengua y tus
dientes alrededor de mis sensibles pezones. Estuve a punto de tener un orgasmo,
pero tu supiste parar a tiempo. Confieso que a veces conoces mejor mi cuerpo que
yo misma.
Me besaste entonces y te arrodillaste sobre mi
cara,
apuntando con tu verga a mi boca. Cogí el erecto pene con mis manos y empecé a
lamerlo, primero chupé el glande pasando mi lengua sobre él como si fuera un
helado, después descendí por el tronco hasta los huevos, que también lamí y
chupeteé. Los besé con ternura y volví a lamerlos para ascender de nuevo por el
tronco hasta el glande y así meterme gran parte de tu erecto aparato en la boca.
Empecé a chuparlo como si fuera un caramelo, mientras te miraba a los ojos
fijamente, tú también me mirabas. Sé que te encanta mirarme a los ojos cuando te
la chupo, y debo confesar que es en ese momento cuando me siento más mala. Me
encanta chupar tu sexo hasta llegar a ese límite en que estás a punto de perder
el control, y por eso lo hice, una vez más. Entonces me detuve. Te recostaste
junto a mí aún convulsionado por el placer. Nos abrazamos deseosos de sentir
nuestro mutuo calor.
Seguidamente, me puse de espaldas a ti; sé que te
gusta ver
mi espalda y mi culo cuando lo hacemos y por eso lo hice, tú te acercaste a mí.
Sentí tu sexo entre mis piernas, erguido, alzado, tieso. Mi sexo se humedeció
algo más al sentir el tuyo tan cerca, doblé mi pierna derecha para facilitar la
penetración y tu guiaste tu sexo hasta mi cueva y me penetraste, de nuevo te
tenía dentro y de nuevo aquel calor inundaba mi cuerpo. Empezaste a moverte muy
despacio, mientras me sujetabas por la cintura, te acercabas y te alejabas de mí
lentamente, pero enseguida empezaste a acelerar tus movimientos, la visión de mi
culo te había causado el efecto deseado. Yo también me movía hacía ti, para
sentirte más profundamente, nuestros gemidos empezaron a sonar al unísono,
nuestro placer llenaba la habitación y a cada embestida sentía tus huevos
chocando contra mis labios vaginales, te sentía tan dentro de mí. Y deseaba
sentirte para siempre dentro de mí, lo confieso. El placer volvió a llenarme, a
quemar mi cuerpo y en pocos segundos alcancé mi primer orgasmo.
Fabuloso – me susurraste al oído cuando dejé de
convulsionarme. Me besaste en el cuello, y sacaste tu sexo de mí, lo
acercaste a mi ano y con mucha delicadeza, me penetraste. Confieso que sólo tú
has poseído ese agujero, y sólo tú lo harás, me encanta. Con la misma delicadeza
que me habías penetrado, empezaste el lento vaivén, balanceándote muy
cuidadosamente. Me abrazaste, y permanecimos inmóviles un rato, sintiéndonos,
mientras me mordisqueabas la oreja volviéndome loca, porque confieso que esa es
mi zona más erógena, me vuelve loca que me muerdas la oreja y tú lo sabes. Me
relajé tanto con aquella placentera caricia, que cuando reemprendiste el
balanceo, tu polla resbalaba con facilidad hacía el interior de mi ano, sentí
como se hinchaba y como poco a poco te excitabas, haciendo que también yo me
excitara. De nuevo nuestros cuerpos bailaban al compás del deseo y el placer y
en pocos segundos ambos llegamos a la culminación del éxtasis. Cuando nos
relajamos, sacaste tu sexo de mí y me abrazaste con fuerza.
Confieso que no me puedo resistir a tus encantos. Lo
confieso
y eso me hace esclava del placer que tú me das. luis
pronto te llamare a tu celular 04262877640