El Curriculo

SDC11062

SDC11061Me tenía obsesionada la idea de cojerme con otro hombre y ponerle los cuernos a mi marido.  en la cama, mi marido es igual de conservador que en el resto de su personalidad y su pene es… digámoslo claro… demasiado pequeño como para resultar… varonil. Por Dios, ya lo he soltado. Cuando me hace el amor (porque me hace el amor, nunca me folla), ya apenas la noto.el decia porque estas gordas escusas Intento moverme, a ver si me puede hacer sentir algo, pero es inútil. Sufro por él y no quiero hacerle daño, pero para qué nos vamos a engañar, soy una mujer atractiva, quizás no estoy hecha para él y me merezco algo mejor, disfrutar del sexo plenamente, saber qué se siente estando con un hombre de verdad.me fui al doctor a consultarle estos deseos locos de sexo el doctor mas s cerca era en pueryo fermin el dr luis hernandez que yo lo llame mi valentino al llegar me puso en el sillon y le conte  mi deseos locos porque me cvojuiera un macho y el ironicamente me dijo aqui estoy yo y se entretuvo un buen rato en lamerme los deditos de los pies, sin quitarme los tacones de puntera abierta. Seguía con la punta de su lengua la costura de las medias, la mordía, la besaba. Seguidamente se dedicó a lamer el empeine, el tacón, los gemelos, pellizcándome las pantimedias, comprobando su elasticidad y soltándola para que golpearan contra mi piel. Aquel preámbulo me estaba descocando, me retorcía de cosquillas y placer, reía y gemía a partes iguales. Sus mejillas rasposas sobre mis panti rosadas, su lengua, sus labios, mmmmm.y me calentaba más y más. Era morboso estar con otro hombre el dr Valentino había llegado ya a mi chochito y estaba dedicándole una buena atención, rebañando con su lengua todo el puente de algodón de las pantimedias.

-Estás muy mojada,

-Bonitas braguitas.

-Cómetelas, cabrón -dije  me estaba cosquilleando la vagina y ya no podía soportar tanto placer.

Valentino me sonrió y me empezó a chupar y a morder por encima de mis braguitas hasta que por fin las apartó.

-Delicioso. Lo tienes todo depilado. Eres una mujer viciosa, lo sabía.

-Síiii, tu haces que sea así.

Me encantaba que utilizara esas expresiones tan fuertes conmigo.  me metía la mano en la boca para no gritar. Mientras, Valentino se dispuso a lamerme el coño con una delicadeza y dulzura suprema. Dibujó con la punta de su lengua las letras del abecedario sobre mis labios húmedos. La A empezaba desde mi clítoris, dos líneas y luego cruzaba los labios de derecha a izquierda. La B fue delciosa, la C, desde clítoris hasta el ano un arco encantador, mmmmm, D, F, G, la H me volvió loca ya que rozaba el clítoris sin tocarlo, la I fue minúscula (i) ya que el tío repasó verticalmente mi rajita y al final se puso como loco a lamerme el clítoris para dibujar el punto con precisión. Ya estaba a punto de correrme y al llegar a la J estallé de gusto. Fue justo en el momento del rabito final, lo hizo con un encanto irresistible.  la lengua experta de aquel dr, era una combinación difícil de tolerar por mucho tiempo. Grité por todo el caudal de placer que derramé como si se abriera una presa en mi interior.

-Mmmm, no has aguantado mucho. El récord está en la Q.

-Qué hijo de puta eres…-dije exhausta:- Un hijo de puta guapísimo con una lengua increíble.

Valentino metió dos de sus dedos en mi coño  estaba toda mojada, ya que sus dedos chapoteaban. Luego se desabrochó el pantalón y se sacó su gigantesca herramienta. Iba a empezar a follarme, pero le detuve.

-¿Qué ocurre? ¿Te sientes culpable?

-Es que necesito chupártela antes… Nunca me he metido en mi boca un… una… bueno, así de…

-¿Te gusta?

-Ajá… -asentí con mirada gatuna, inocente, perversa.

-Ven aquí, anda.

-Gracias, señor, es muy considerado conmigo por dejarme chupar su impresionante verga…-fingí voz de señorita fina e inconsciente, me puse a mil interpretando ese rol de sumisión absoluta. Él sonrió y se sentó con las piernas extendidas, mostrándome sus dotes masculinas. Su sonrisa era tan malvada, de sinvergüenza, de macarra intratable, mmmm. Y sus dientes perfectos, blancos, oh Dios mío.

Cuando me enfrenté a aquel rabo puse los ojos como platos. Era como un mástil robusto, gordo, algo curvado como un calabacín de esos con los que todas las mujeres han fantaseado alguna vez.

-Es tremenda…-supiré totalmente fascinada por aquel desmedido miembro viril. Lo acaricié con mi mano derecha, arañándolo cariñosamente con mis largas y cuidadas uñas pintadas de rojo. La imagen de mi alianza de casada pegada a aquellas venas como tuberías me pareció algo casi grosero, pero increíblemente excitante.  Aquel jugueteo parecía gustarle mucho a Valentino ya que empezó a echar la cabeza hacia atrás, entregado.

-Los huevos, nena, pasa tus uñas por mis huevos.

Y yo arañé aquellos dos cocos depilados con mis uñas. Sin dejar de cosquillearle sus testículos, empecé a lamer su polla de arriba abajo, a lo largo, deteniéndome en la cúspide para saborearla. Su glande era gordo como una seta gigante y esponjosa. Apenas me entraba en la boca. Después de meterme todo lo que pude en la boca, sobresalía más de la mitad de su verga. Increíble.

-Mmm… Es tan grande… No me cabe entera.

-Y te gusta que sea así, ¿verdad? Que no te quepa… ¿A que sí?

-Sí.

-Ya estás harta de que te metan esa verguita débil y ridícula que apenas sientes.

-Oh sí.

-Ya estás aburrida de que te folle un enclenque buenazo, cariñoso, que a veces se olvida de quitarse las gafas mientras te lo hace, . Quieres probar un hombre de verdad, un macho, que huela macho, que te trate como una puta, ¿verdad?

-Joder, Valentino, no seas así, por favor-le suplicaba mientras no dejaba de chupar como loca aquel vergón inabarcable.

Entonces me dio una bofetada seca, no muy fuerte, pero me dejó paralizada por un segundo.

-¡Los dientes, nena! ¡Ten cuidado!

-Lo siento.

-Sigue. Cómetela, putaa, pero con cuidado.

Aquel trato vejatorio logró que estallara en mí una auténtica furia sexual. Me puse loca perdida y creo que le hice la mejor mamada de su vida, al menos lo intenté.

-Para, para, paaara que me corro, zorra. Uffff, eres buena, Dios.

-Gracias…

-Eres una putita con una boca fantástica. ¡Ven aquí!

Me cogió por los pelos y me obligó a ponerme a cuatro patas. Me clavó la verga en el coño y me penetró hasta las entrañas. Lancé un grito de dolor y placer. Empezó a hundir todo aquel embutido de venas hasta lo más profundo, sacudiéndome con embates rudos. Toda la cama se agitaba como en un terremoto. Yo miraba a Sergio que estaba allí al lado tendido, moviéndose al ritmo que imponía su amigo y me volví loca.

-¡¡SIII!! ¡¡SIII!! ¡¡FÓLLAME!! ¡¡FÓLLAME COMO A UNA PERRA!!

Valentino me hacía sentir tan llena, no sé cómo explicarlo, su polla llegaba a sitios donde ningún hombre había llegado, tan hondo, tan profundo que me sentí invadida hasta en lo más recóndito.

-¡¡Joder, que bien me follas!! Me tienes como una perra en celo, mierda. Síiii. Así, dame, dame fuerte, destrózame con ese vergoón.

-Oh, puta, me encanta tu culo, así, enfundado en estas pantimedias, mmmm. ¡PUTA! -bramaba Valentino, pellizcándome las pantimedias, maltratándolas, haciéndole pequeños pliegues por donde se sujetaba a modo de riendas.

-¡¡Así, móntame, písame, párteme en dos!!

El dr luis impuso una velocidad endiablada a su cadera. Casi me desmayé. el sillon se agitaba con tanta fuerza que el cabecero empezó a sonar contra la pared. Yo no dejaba de gemia y me animaron a ser más desenfrenada aún y me comporté como una auténtica puta

-¡Quiero ponerme encima, dr luis valentino, vamos!

Me coloqué encima y lo cabalgué durante un buen rato. Movía mi culo en círculos mientras saltaba sobre él, dándole a las penetraciones una rosca que me proporcionaba un extra de gozo.

-¡Oh, oh, zorra, venga, vamos, muévete, puta, así!

-¡Adentro, quiero… ese… vergazo… ahí, ahí, ahí, dentro, dentro, más, dentro, hasta el fondo, cabrón, así, cabronazo, mmmmm, así! -gritaba entre gemidos, saltando y brincando sobre aquel catire guapísimo.

Rómpeme el culito, por favor. Quiere me des por el culo como a una puta barata.

Me incorporé y me puse de nuevo a gatas, con el culo bien en alto. Puse mi cara prácticamente rozando con la de mi marido. Valentino se apresuró y se dispuso a introducirme aquel desproporcionado miembro por el ano. Estuvo un buen rato intentándolo, poco a poco, echándole saliva, dejando que el presemen lubricara la entrada. Fue doloroso, pero lo consiguió al final. Una vez dentro, el dolor se fue mitigando, dando paso a un placer sucio y vicioso. Valentino no dejaba de decirme lo puta que era, lo estrecho que tenía el culo. Me sentía rota, usada, sucia, y me encantaba…

-Mierda, estás estrecha. ¿Eres virgen de culo? Seguro. Este maricón jamás te ha dado por detrás, ¿verdad?

-No nunca. Tu eres el primer hombre que lo hace.

-¡Toma, toma, puta, te cabe bastante, joder!

Valentino y yo nos corrimos juntos. El eyaculó dentro de mis entrañas y yo sentí por primera vez un orgasmo anal: contraje la musculatura del esfínter y sentí como si una pluma me cosquilleara la espina dorsal por dentro. Una locura. Tuve pérdida de orina, “squirting” creo que lo llaman. El caso es que me mee encima. Ufff, qué pasada. Notaba todo aquel semen salir por mi ano.

 

Mer 12 oct 2011 Aucun commentaire