Soy luis, tengo 50 años. Casado y como suelo decir cuando me presento: "4x4" y "con mucho uso". Vivo en isla margarita desde hace toda mi vida. Y como buen margariteño una tarde de sábado, cuando hacía mis compras en un súper mercado, y entre el bullicio de estas tiendas, oí una dulce voz femenina que me hablaba. La cual, alertó mi atención. No perdí un instante para dirigirle la palabra me preguntaba por el sitio de la leche. Se trataba de Mireya (63), viuda, y su hija Liliana (42). Margariteñas como yo. Vivian en Pampatar. Dos minutos más tarde la amistad ya está hecha. Al despedirnos nos dimos mutuamente los números de teléfono. Todo quedó allí ese día.
Al día siguiente (domingo) hacia las 11 de la mañana, me llama Mireya para invitarme a almorzar. Acepté sin dudas. Ya en casa de ellas pasé una tarde fantástica; comimos, conversamos, escuchamos música…. Hacia las 4 de la tarde, Liliana nos anuncia que saldría al centro de la ciudad para encontrarse con sus amigas de universidad y que volvería a las 10 de la noche. Al instante me dije: ¡Bingo! ¡Creo tener servido el postre!
Apenas Lilia cruzó el umbral de la puerta y oímos el clac de la puerta, Mireya vino hacia mi sin decirme palabra alguna para sellar en mi boca un beso apasionado que sería ¡el inicio de toda una tarde de pasión, sexo y amor! Besos, caricias, manoseos…no nos faltaron. En el sofá, en el suelo… Mientras la pasión nos ganaba en esos momentos, y sin dudarlo comenzamos a quitarnos la ropa. Disimuladamente entre los besos y las caricias, veía el esplendor de sus senos, la protuberancia exquisita de sus pezones y claro…aquella vagina peluda y totalmente humeda y su cuerpo perfectamente torneado. Me faltaban manos para las caricias. Sus senos, su vagina, su nalga, su ano… la sentía cada vez más húmeda y palpitante aquella parte de su cuerpo. Ya desnudos y tirados en el suelo sobre un bello tapiz, comenzamos ya nuestros juegos.
Tan pronto como le di mi duro pene ella se lo llevó a la boca y como una verdadera hambrienta de sexo… me lo mamaba sin reparo alguno y yo sabía bien que su concentración estaba solo puesta allí en mi verga sin importarle más nada. Me acomodé sin mucha dificultad para hacer un perfecto 69, cuando comienzo allí a sentir la fragancia de su sexo, la humedad de sus labios… ¡Hacía mucho que no había tenido sensaciones tan agradables! mientras el 69 se hacía más intenso, aprovechaba yo para lubricarle el ano, pensando que en un momento más, sería el albergue de mi verga. Luego de esta masturbación bucal mutua, me puse encima de ella para ya penetrarla. Evidentemente ella no había probado verga algúna algo más de 10 año. Entendí su hambre.
Tenía la vagina algo estrecha, a pesar de lo húmeda que estaba, me costó algo penetrarla. Movimientos bruscos y agitados nos acompañaban esos momentos. Sus gritos y espasmos la retorcían. Sus gemidos y susurros me daban a entender que deseaba fuerza en la penetración. Mis 16 cm. (modestia aparte) entraban y salían sin piedad y con fuerza brutal, que temía provocarle un sangrado.
Tras un movimiento brusco que nos llevó a cambiar de pose, y en menos que me dé cuenta, ya la tenía penetrada por el ano. Sus gritos eran más elocuentes que antes, era el dolor y el placer que la hacían gritar. La humedad de los orgasmos repetidos la tenía bien lubricada. Entraba y salía sin dificultad alguna. Luego de algunos minutos sentí que mi leche quería ya salir, -se lo advertí- y sin esperar mucho, se desprende de la penetración para llevarse mi verga a su boca y dejar allí esta dulce miel. Como que entre su lengua y sus labios había una especie de complot que no querían dejarme ni una gota.
La presión de la leche y su sed se complementaron para dejarme no menos que un estropajo y por supuesto con un orgasmo que lo califiqué como extraordinario y nunca sentido… Después de lo ocurrido, lo más indicado era que tomemos una ducha juntos. Y así fue… Una vez que estuvimos bajo el chorro agradable del agua, el ambiente era una vez más, el indicado para una nueva follada. Y una vez, y dos veces y tres… Salimos de la sala de ducha para cambiarnos y salir un momento a tomar algo al bar adyacente. Conversamos, intercambiamos ideas, sentimientos… etc. Fue agradable el momento. Hacia las 7 y 30 de la noche, retornamos a la casa. Quedé frente al televisor viendo “cualquier cosa” mientras ella "preparaba" una sorpresa. Mi curiosidad no era grande para saber de qué se trataba esa “sorpresa”. Me daba mi tiempo para recuperarme. Dejé que hiciera sin ninguna impaciencia. La veía entre el comedor y su recámara.
Cuando un poco más tarde, me llama desde el comedor para mostrarme la sorpresa. Una mesa muy elegante con sus manteles de color pastel… un ramo de flores… 2 copas de champagne, una vela… pero mi vista se dirigió hacia ella. Tenía un baby doll, rojo con detalles negros, debajo de esta transparencia se dejaba notar una tanga muy discreta… perfectamente peinada…. un maquillaje muy disimulado -diría natural- … ¡No podía sino agradecérselo con un beso en la boca! Mientras la besaba, y encendió el equipo de música para escuchar un CD de Clayderman.
En seguida, yo en medio de la confusión del ritual, atiné encender las velas que estaban sobre la mesa, mientras ella buscaba la botella de champagne en la cocina. Brindamos respetando el protocolo y ¡deseándonos un amor eterno! Cuando en esas circunstancias tan únicas, el ding-dong de la puerta suena. Mireya, se acerca a la puerta y por medio del visor, ve que era Liliana, su hija. Vi mi reloj, era las 8 y 30 de la noche. Ella había dicho que vendría hacia las 10. En menos de un instante, Mireya, me dice que sea yo quien le abra la puerta, mientras ella se iba a su recámara, como para “ignorar” la llegada inoportuna.
Abrí la puerta, y le di la bienvenida de una manera muy calurosa. Tras una respuesta muy afectiva, no dejó pasar su admiración frente a la sorpresa preparada por su madre. Le dije que simplemente brindábamos por nuestra amistad. Ella en seguida se disculpó por haber llegado temprano, pues con sus amigas habían llegado algo tarde al cine. Me preguntó por su madre, y cuando estaba por responderle, Mireya aparece al lado de nosotros con el mismo atuendo sexy de hacía un momento. Liliana admirada viendo de tal manera a su madre, le dijo que se sentía orgullosa de tener una madre como ella: llena de vida, viviendo momentos de tranquilidad y brindando por la amistad. Ninguna referencia al atuendo…
Sin más palabras, Liliana busca para ella una copa. Le serví. Y con la copa en alto, llena de emoción por el ambiente romántico en el que se encontraba, dijo: "Me siento orgullosa de mi madre, y quiero brindar por la amistad que nace entre nosotros y que esta semilla crezca hasta hacerse grande. Gracias luis por que haces feliz a mi madre" Esta última frase la dijo con una voz algo quebrada. No perdí tiempo, para agradecérselo con un beso y un abrazo.
El abrazo fue profundo, sincero, pero también lleno de pasión, ya que en los tres segundos que duró este abrazo, no sentí sino la voluptuosidad de sus senos y la dureza de sus pezones. Instantes en el que cruzaron mil ideas por mi cabeza.
Mireya, emocionada por el gesto, vino hacia mí para agradecérmelo y una vez más Liliana. Los tres juntos y abrazados eran el inicio de un nuevo capítulo… Liliana me pidió un favor ya que sabía de mis dotes de fotógrafo que le tomara unas fotos para el Facebook que se convirtieron en fotos eróticas esto nos fue calentando a los tres mientras ella se desnudaba para las fotos yo también y Mireya también opto por tomarse fotos desnudas
Aquello se tornó tan cachondo que nos fuimos los tres a la cama y satisfacía a esas dos hembras
Mireya
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